Banco Central de Cuba
2021-10-04
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Imagen relacionada con la noticia :Creación de la banca central cubana (I)

La más importante ley económico-financiera de la república mediatizada fue la que creó la banca central cubana, institución que vendría a resolver la caótica situación que en la esfera monetaria había sufrido el país prácticamente desde su descubrimiento. Debe destacarse el largo proceso de angustias que debió pasar nuestro país antes de ver aprobada la ley de la banca central. Cuba, fue uno de los últimos países americanos que contó con la mencionada institución. La crisis bancaria de 1920 y la desastrosa política gubernamental seguida para solucionarla sembró la semilla para los cubanos, en especial, en algunos hombres de negocios, banqueros, economistas y políticos, de la necesidad de un banco central de emisión y redescuento.

Con anterioridad a la crisis de 1920 se habían hecho en nuestro país algunos intentos aislados de crear este tipo de institución, la cual, existía sólo en un pequeño grupo de países antes de la Primera Guerra Mundial. Al comprobarse su utilidad para manejar los problemas que dejó el conflicto en el mundo, un creciente número de estados comenzaron a fundarla y otros a perfeccionarla, ya que existían bancos con algunos de los atributos de los bancos centrales. Estos primeros proyectos carecieron del apoyo necesario, así como de una buena fundamentación económica y jurídica.

El primer intento en esa dirección conocido en nuestro país data de comienzos de 1914, y corresponde al hacendado don Francisco Gamba, presidente en ese momento de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de la Isla de Cuba, quien presentó a la Asociación de Hacendados y Fabricantes de Azúcar un proyecto de bases para una ley monetaria y de un banco de emisión y redescuento.

Al año siguiente, el doctor Leopoldo Cancio Luna, secretario de Hacienda, presentó al presidente Mario Menocal otro proyecto para crear un banco de emisión. Algunos años después, en 1918, el doctor Miguel A. Vivancos publicó un proyecto de ley que señalaba la necesidad de adoptar medidas urgentes que protegiera la banca nacional e indicó, entre ellas, la creación de la banca central.

Estando en proceso de liquidación de los bancos cubanos como consecuencia de sus propias leyes, en julio de 1921, el Coronel Cosme de la Torriente presentó un proyecto de la ley a la Comisión Nacional de Legislación Bancaria del Senado, la cual presidía, para la creación de un banco central. Dos años más tarde, en 1923, y tomando como base el citado proyecto, la mencionada Comisión sometió al presidente Alfredo Zayas un nuevo proyecto de banco central, redactado por el propio Cosme de la Torriente y asesorado por el doctor Santiago Gutiérrez de Celis.

Ese mismo año, el representante personal del Presidente de los Estados Unidos, el ya conocido general Crowder, pidió al señor W. P. Harding, alto funcionario de la Reserva Federal en Washington, que hiciera un informe sobre la utilidad de la creación de un banco central en nuestro país. Este informe sirvió al procónsul para preparar un proyecto de banco central para Cuba. A pesar de no haberle dado publicidad al citado proyecto, no es necesario tener mucha imaginación para suponer que la institución propuesta para el general Crowder debió ser muy parecida a un apéndice de la FED.

En 1925, el señor José C. Vidal Cano sometió al presidente Gerardo Machado de un proyecto para crear un banco central. Al año siguiente, el representante Santiago Rey González presentó a la Cámara otro proyecto, el cual corrió la suerte del olvido, al igual que los mencionados. Esta situación, sin embargo, no desanimó a los legisladores cubanos y al año siguiente los doctores Santiago y Octavio Verdeja presentaron su proyecto de un banco central. El propio año, el señor Germán S. López, hacendado y congresista, presenta dos proyectos distintos de ley a la Cámara, los que, al igual que todos los anteriores, nunca se discutieron en el “augusto” cuerpo.

En abril de 1927, en senador Celso Cuellar del Río presentó al Senado su primer proyecto de ley para crear un banco central. Cuatro años más tarde, el 18 de febrero de 1931 asesorado ahora por el señor Carlos Rojas, el doctor del Río confeccionó varios proyectos de leyes bancarias en las que se incluía la creación de un banco central de emisión y redescuento. Algún tiempo después, los hacendados Martínez, García Beltrán y Camacho, asesorados por los señores Carlos Rojas y Belisario Delgado, confeccionaron y presentaron al Congreso un proyecto de ley para fundar un banco central. Con este último proyecto se cierra la etapa que consideramos como de “proyectos idealistas”, pues, aunque en algún que otro caso su presentación se debía sólo al hecho de cumplir con el expediente de ser un “congresista activo”, lo que servía de aval político para las siguientes elecciones, en la mayoría de los casos los patrocinadores de los proyectos lo hacían con la sana intención de proporcionarle a Cuba una institución necesaria sin comprender que aún no existían las condiciones económico-políticas necesarias para su creación.

“Somos la banca, hacemos nación”

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