En un mundo donde la vida gira en torno al espacio digital, los dispositivos móviles y la inteligencia artificial, proteger la información confidencial de los clientes se ha convertido en la piedra angular de la confianza en el sistema bancario. Esta premisa fue el eje central de las discusiones en la mesa redonda sobre Ciberseguridad y Protección de la Información, celebrada durante el Primer Fórum de Ciencia, Técnica e Innovación de la Dirección de Defensa, Seguridad y Protección Física del Sistema Bancario y Financiero.
El evento, que sesionó los días 3 y 4 de septiembre en el Centro Nacional de Superación Bancaria, reunió a expertos para analizar los desafíos más urgentes que enfrenta la banca nacional, destacando no solo las amenazas externas, sino una brecha crítica interna -la falta de percepción de riesgo, disciplina y conocimiento- tanto en los trabajadores como en sociedad cubana en general.
Otro elemento de la estrategia de defensa y protección es la criptografía. Esta se definió como la herramienta fundamental para cumplir con los requisitos de seguridad en la gestión informativa, el manejo de datos y la correspondencia, sin importar el formato o la tecnología utilizada.
Durante el evento se desglosó el ecosistema criptográfico nacional, su desarrollo científico, tecnológico e industrial, junto con la aplicación de criptodispositivos especializados, que forman una red segura que protege las comunicaciones tanto en el territorio nacional como en las representaciones de Cuba en el exterior.
Este marco no es opcional. Están sujetos al estricto cumplimiento de las normas las personas naturales y jurídicas dentro de Cuba, los prestadores de servicios criptográficos cubanos, incluso los radicados en el exterior, así como las entidades extranjeras que establezcan relaciones con Cuba mediante convenios.
Un avance significativo fue el reconocimiento transfronterizo de la firma digital. Este mecanismo, fruto de acuerdos internacionales, garantiza la autenticidad, integridad, veracidad y el "no repudio" de los documentos electrónicos, elevando la seguridad de las transacciones y la protección legal del cliente.
Sin embargo, los cuidados más avanzados pueden verse anulados por el factor humano, debido a un problema cotidiano y masivo, la vulnerabilidad que los mismos usuarios creamos.
Una vez que decimos -sí- y cedemos los permisos a aplicaciones foráneas para el acceso a los micrófonos, contactos, cámara y demás prestaciones de los dispositivos móviles, abrimos otra brecha hacia la vulnerabilidad de nuestra información.
Esta práctica, aparentemente inocua, explica fenómenos que muchos experimentan a diario: ¿Cómo es posible que, en ocasiones, sin hacer una búsqueda, nos brinden información sobre ofertas laborales, productos o servicios? La respuesta, reside en que esas aplicaciones recogen nuestros datos, patrones de comportamiento y contactos, creando un perfil detallado de cada usuario.
El foro concluyó con una reflexión contundente: el avance tecnológico es irreversible y esto impone un reto mayor a los jefes de las unidades organizativas de seguridad. Su misión ya no se limita al resguardo de las instituciones; debe extenderse a la capacitación constante de sus equipos para fomentar una cultura de ciberseguridad.
Pero la responsabilidad no termina en la oficina. Los trabajadores de seguridad y protección tienen una tarea adicional, socializar esta información. Es necesario compartir estos conocimientos con familiares y amigos cercanos que a diario sufren este tipo de vulnerabilidad. La batalla final no solo se libra con cortafuegos, el bloqueo de los accesos y la criptografía, sino en la conciencia de cada persona que utiliza un dispositivo móvil o computadora.