Banco Central de Cuba
2025-06-05
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Imagen relacionada con la noticia :«El Banco Central es mi vida»

Para Renier Tiel Carrazana, Jefe de Departamento Técnico de la Unidad de Infraestructura Tecnológica (UIT), en el Banco Central de Cuba (BCC), no existen las medias tintas a la hora de evaluar su entorno laboral.

A tono con la fiesta que significa para los trabajadores de la entidad este aniversario 28 de su creación, Renier es enfático al vincular el sistema financiero -donde se ha mantenido por casi 45 años- con lo más íntimo y personal de su existencia.

Permanecer junto al BCC desde su surgimiento en 1997 ha tenido para este fundador, quizá, el mismo significado que ver a un hijo crecer y desarrollarse.

No solo se trata de haber construido en nuestro entorno lazos filiales sólidos (su actual compañera, Verónica Evora Torres, ha laborado también desde sus inicios dentro del sector y durante su estancia aquí fue concebido su hijo), sino que Renier advierte una relación muy trabada entre el proceso de nacimiento del Banco Central y el comienzo acelerado de la automatización e informatización en su estructura.

Una circunstancia que resulta más que gratificante, siendo este el terreno en el cual decidió encaminarse desde su temprana juventud y al que ha consagrado años de estudio y práctica profesional.

Empezó a adentrase en este mundo por la década de los 80, como estudiante del Instituto Técnico de Finanzas, un espacio que recuerda muy riguroso:

«Si no cumplías con el alto promedio exigido, te enviaban a otras escuelas de economía existentes. Me gustaba la electrónica y ahí empecé a interesarme en la computación. No existían los ordenadores personales de ahora en el entonces Banco Nacional de Cuba, sino las grandes computadoras que llegaban a través del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME)».

«Aquellas máquinas llevaban hasta ocho discos duros; casi del tamaño de una lavadora. Su capacidad era, sin embargo, de apenas 29 megas», describe a modo de broma.

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«Fui muy activo en el proceso de automatización del banco. Íbamos con frecuencia a Canadá y hacíamos compras de piezas, insumos y equipamiento informático. Era la etapa exacta cuando empezaba a crearse el BCC», nos agrega.

«Por nuestra parte, vimos la importancia de ese instante fundacional del BCC desde la tecnología. Es que todo llega de golpe a nivel tecnológico y te empieza a aplastar. Las primeras computadoras que compramos, al año o poco tiempo después, no servían».

«Yo era muy joven, pero tenía mucho interés en tales asuntos, porque todo se sucedía a gran velocidad y siempre descubrías cosas nuevas».

«Para mí fue la mejor etapa que tuvo el Banco, no solo desde lo personal, sino porque veíamos de manera acelerada cómo el banco se desarrollaba. Para entrar en la institución tenías que ser bueno».

Renier evoca con emoción el papel activo del Ministro Presidente Francisco Soberón Valdés y su vicepresidente primero, Jorge Barrera, en cualquier decisión referida al mundo de la informática y la automatización.

«Ambos les impusieron fuerza a dichos procesos», comenta.

«Por acá han pasado decenas de técnicos. Unos se han ido, otros han fallecido, otros han cambiado de trabajo, pero yo he seguido, incluso llegando a ocupar responsabilidades como gerente y jefe de departamento».

El momento más gratificante…

«Sin dudas la automatización. Esa fue una etapa increíble, de la que cumplimos 30 años. Teníamos apagones más que ahora y sin embargo nunca parábamos y siempre estábamos ocupados. Si teníamos alguna pausa por falta de corriente, podíamos leer, informarnos y seguir aprendiendo. Un consejo del mismo Barrera. Una persona con un sentido del trabajo ejemplar».

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¿Cuál sería la causa principal de ese sentido de pertenencia hacia la entidad…?

«Es que el banco es mi vida, mi casa. Lo único que he hecho. Más de 40 años viniendo para acá desde Cojímar. ¡Hasta en bicicleta en los años del periodo especial! Aquí conocí a mi esposa, parte muy importante de toda mi trayectoria bancaria, y nació nuestro hijo. Tengo sentido de pertenencia porque llevo al BCC en la sangre».

¿Cuáles metas ve por delante?

«La renovación tecnológica nunca deja de ser una necesidad. Es que puedes tener personas muy inteligentes, pero si no tienes los recursos no funciona. En nuestro campo es importante. Y además, con equipamiento de punta, porque los sistemas dejan de tener soporte en corto tiempo».

«No obstante, algo sí me gustaría destacar: cualquier persona que haya trabajado en el BCC y vaya a otro lugar, seguirá siendo muy buen trabajador, porque la disciplina bancaria siempre ha sido estricta y una marca del lugar».

¿Algún mensaje final de felicitación?

«Un abrazo a todos y con este el deseo de que el banco, nuestro banco, siga prosperando. Existen muchas restricciones y obstáculos que no dependen de nosotros, pero en los retos internos sí podemos y hay que trabajar. Si lo hacemos, lograremos el éxito».

 

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