Rasgos generales de la evolución reciente
En 2020 la economía cubana presentó una disminución del 10,9% (en tanto que el PIB per cápita mostró un decrecimiento anual del 10,8%), la peor caída en casi dos décadas y la tercera más pronunciada desde que se tiene registro. Si bien la contracción económica comenzó en el segundo semestre de 2019, se agravó significativamente con la llegada de la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID- 19), el recrudecimiento del bloqueo económico y comercial, y la agudización de los desequilibrios internos.
La inflación entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020 fue de un 18,5%, como resultado de restricciones por el lado de la oferta ante la escasez de divisas. El contexto recesivo de Cuba, el inicio del proceso de ordenamiento monetario, que implicó desembolsos para cubrir adelantos parciales de incrementos en pensiones y salarios, así como los gastos adicionales para enfrentar la pandemia, deterioraron las finanzas públicas en 2020. El déficit fiscal se incrementó significativamente hasta un 17,7% del PIB, frente a un 6,2% en 2019.
La cuenta corriente presentó en 2020 un superávit, de alrededor del 0,9% del PIB, después de haber registrado también un saldo positivo del 1,9% del PIB en 2019. En un entorno externo complejo debido a la pandemia de COVID-19, la caída del valor de las exportaciones totales fue compensada por la contracción de las importaciones.
En este escenario macroeconómico, el Gobierno emprendió la mayor transformación desde que inició el proceso de actualización del modelo económico cubano. Después de haber informado en 2011 que se avanzaría en la unificación monetaria y de haber presentado en 2013 un cronograma de ejecución de las medidas que conducirían a la unificación monetaria y cambiaria, el 1 de enero de 2021 se anunció la desaparición del peso cubano convertible (CUC), por lo que la única moneda local del país será el peso cubano (CUP) (moneda en que se pagan los salarios estatales y las pensiones, y se cobran los servicios públicos básicos y algunos bienes producidos localmente). Así, los ejes centrales del llamado proceso de ordenamiento monetario son:
I) unificación monetaria: eliminación del peso convertible y circulación de una única moneda nacional (CUP), así como existencia de un único tipo de cambio de 24 CUP por dólar para todas las transacciones económicas (devaluación del tipo de cambio oficial);
II) reforma del sistema de precios, salarios y seguridad social;
III) reforma de la modalidad de distribución: rediseño de las pautas de consumo social y personal, mediante la reducción de gratuidades y el aumento de precios de la canasta de consumo normado y de tarifas públicas, así como la sustitución de subsidios universales de consumo por subsidios focalizados a las familias, y
IV) transformaciones institucionales: cambios en el entramado institucional de la planificación y las políticas macroeconómicas, nuevas regulaciones a favor de la descentralización empresarial y local, mayores incentivos a la productividad y la competitividad, y fomento de relaciones de mercado entre instituciones, reduciendo la segmentación.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que en 2021 el PIB de Cuba crecería un 2,2%, sostenido por el gasto público y por la mejora de las exportaciones de bienes y servicios. La reactivación económica estará afectada negativamente por el rebrote de COVID-19 que se presenta en el país desde comienzos de 2021 —que ha impedido la apertura total de las actividades económicas y la reactivación del turismo nacional e internacional—, así como por las dificultades asociadas a la implementación del ordenamiento monetario en un entorno de escasez de productos. No obstante, avanza el proceso de vacunación y se espera que culmine en octubre, por lo que las actividades no se normalizarían sino a fines de año.
Se prevé un ligero incremento del superávit de la cuenta corriente con respecto al PIB, dada la devaluación del tipo de cambio, así como un mejor escenario del comercio internacional. Debido a la moderada recuperación de la economía, los desembolsos adicionales en materia de salud pública para hacer frente a la pandemia y los gastos asociados a la tarea de ordenamiento monetario, el déficit fiscal se estima en un 18,3% del PIB. Se proyecta para 2021 una inflación histórica de tres dígitos, dado el inicio del ordenamiento monetario y el escenario de escasez de divisas en el país.