Banco Central de Cuba
2021-11-01
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Imagen relacionada con la noticia :Creación de la banca central cubana (IV)

Con la llegada del doctor Ramón Grau San Martín a la primera magistratura de la nación y el nombramiento de la Comisión Técnica Económica se inicia la cuarta etapa de la lucha por la creación del banco central. Esta se caracteriza por las mismas obstrucciones y demoras en los cuerpos legislativos que las etapas anteriores, pero ahora sus enemigos perdían terreno rápidamente, a causa, primero, de que la campaña popular adquiría cada día mayor fuerza y cohesión y, segundo, como consecuencia de los cambios económicos que ocurrían en el mundo de la posguerra y que hacían insostenible el hecho de que Cuba no contara con un banco central de emisión y redescuento.
A pocos días de haber tomado posesión el presidente Grau, en noviembre d 1944, los senadores Joaquín Martínez Sáenz, Luis del Valle, Pedro López Dorticós y Emeterio E. Santovenia presentan al Senado un nuevo proyecto de ley para crear el banco central, el cual serviría de base a la Comisión Técnica presidida por el doctor Supervielle para elaborar el proyecto oficial del Gobierno.
Unos meses después, en junio de 1945, el doctor Manuel Dorta Duque presenta a la Cámara de Representantes otro proyecto de ley que sería el último, en el cual se proponía la creación de un banco central, un banco hipotecario y un banco agrícola. La campaña popular por la constitución del banco central, que llega a su punto máximo en esta etapa, se inició propiamente en los meses anteriores a la elección de los delegados a la Asamblea Constituyente de 1940, cuando los aspirantes de izquierda y nacionalistas que  deseaban integrarla enarbolaban la creación del banco como un asunto importante a tratar.
Con posterioridad a la aprobación del artículo 280, tiene lugar un período de relativa calma que se extiende de 1944 a 1945 cuando se reinicia con más fuerza que antes la campaña, a la vez
que amplía su base popular, lo cual permitiría avanzar sin detenerse hasta la promulgación de la ley correspondiente. Abanderados de esta lucha fueron los comunistas y su partido, así como otras instituciones, asociaciones y personalidades de diversa índole e ideología. Entre estas últimas creemos es justo destacar al señor José López Fernández –Presidente del Banco Popular un pequeño
banco–, quien impulsó de manera notable la divulgación acerca de la necesidad y utilidad de lacreación de un banco central de emisión y redescuento. Gracias a los cuatro libros que escribió sobre el tema, hemos podido narrar buena parte de los avatares, desde los primeros proyectos, hasta su aprobación por el Congreso.

En septiembre de 1945, el Presidente de la Comisión de Derecho Político y Constitucional del Senado presentó su ponencia al proyecto de ley del senador Martínez Sáez, pero sin que esta se entrara a discutir de inmediato en el pleno.
A finales de 1946, el senador Emilio Ochoa –secretario de la Comisión de Derecho Mercantil y Bancos del Senado– presenta su ponencia al proyecto de la Comisión Técnica Económica del Ministerio de Hacienda. Después de recibida la ponencia del doctor Ochoa, el Senado, al advertir que ambas ponencias distaban sustancialmente, acuerda designar una Comisión Mixta para acoplarlas.
El 5 de noviembre de 1947, después de un año de trabajo, la Comisión Mixta terminó la tarea encomendada y elevó al pleno del Senado el nuevo dictamen que acoplaba las dos ponencias.
Con este trámite legal el Senado contemplaba sus requisitos, por lo que debían iniciarse de inmediato las discusiones del proyecto de ley. Sin embargo, comenzaron a pasar los días, las semanas y los meses y el proyecto seguía sin discutirse.
Mientras el Senado continuaba dándole largas al asunto, lo que como ya sabemos respondía a las presiones que en contra de la ley se ejercían, la campaña popular continuaba adquiriendo fuerza y las demoras cada día se hacían más insostenibles. Los enemigos del banco central no habían sido derrotados y continuaban presionando a los políticos para dilatar las discusiones de la ley.
Un ejemplo de que todavía en 1948 las ideas contrarias al banco central se mantenían, es la carta enviada por Paul Mendoza al señor López Fernández, el 24 de marzo de ese año, en la que en una de sus partes dice: “En la etapa de gobierno propio de nuestra economía, soy de los escépticos sobre la capacidad criolla para hacer funcionar debidamente el banco central.
”Mucho me temo que tal banco tropezará con evasivas, prevaricaciones y demoras, no con ayuda decidida, rápida y generosa. Tendría que encontrar una directiva excepcionalmente valiente y deseosa de servir a la economía cubana para que cumpliera su función más importante. Por eso, los bancos cubanos preferimos seguir contando con nuestros propios recursos aunque se cree el banco central”.
Los enemigos del banco central no podían comprender que su creación no era un deseo festinado de un puñado de cubanos, sino que respondía a una necesidad objetiva del país como consecuencia de varios factores presentes en aquellos momentos, algunos de los cuales podemos resumirlos de la manera siguiente:
- Aumento del número e importancia de las empresas bancarias cubanas, las que necesitaban de un organismo que regulara la actividad monetaria y crediticia de la nación y, a su vez, las protegiera de posibles crisis, como la de 1920.
- Interés de la burguesía más liberal y progresista de contar con un sistema monetario realmente propio y una banca nacional que sirviera de cierto freno al constante aumento del control de los extranjeros, la que, a su vez, podría ayudarle en su desarrollo.

- Un período de auge económico del país que había elevado los medios de pago a disposición del público en 1947 a 755 000 000 de pesos, de 130 000 000 de pesos en 1938.
- Una mejor situación monetaria nacional como resultado, en parte, de lo estipulado en la Ley no. 5 de 1942, en la que sobresalía el tener acumulado reservas por 369 500 000 pesos (diciembre de 1948).
- El hecho de que Cuba formara parte de organismos internacionales financieros, como: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el banco Internacional de Reconstrucción y Fomento-Banco Mundial (BIRF-BM), donde los países participantes eran representados oficialmente por sus bancos centrales.
- La creencia, casi general, de que la crisis que más tarde o más temprano se produciría, al pasar el mundo de la economía de guerra a la de paz, podría ser mejor asimilada por nuestro país si contaba con un banco central.
- El ansia del pueblo cubano de tener una institución que lo protegiera en alguna medida de la explotación foránea.

 

 

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