Experiencia de Paquita Armas Fonseca, clienta del Banco Metropolitano:
Un buen amigo que siempre que puede me ayuda, me mandó el carro a la una y 5 minutos. Diez minutos después entraba en el Banco Metropolitano de Línea y M (Mi banco preferido), no había nadie y cobré el cheque.
Pero debía recoger una tarjeta que había mandado a hacer por Transfermóvil. El custodio me recogió amablemente el carnet, aclaró que debía esperar porque las muchachas encargadas del trámite habían salido a almorzar.
Llegué hasta esa área y le pedi a otra trabajadora que me alcanzara el carnet: no podía esperar, el carro prestado debía devolverlo. La muchacha me dijo ¿Qué quiere usted? Le expliqué y se dirigió a otra, encontraron mi tarjeta, imprimieron el contrato y abusé de su confianza: le enseñé otra tarjeta doblada (era la que debía haber mandado a hacer y me enredé), pero que expidieron en otro banco. Ella revisó y me dijo de que unidad era, entonces le dije “tendré que ir a allá a hacer el traslado”. Adivine su sonrisa cuando me comentó “ya lo estamos haciendo.”
Veinticinco minutos después salí de “mi banco”, luego de cobrar; recoger mi tarjeta y saber que la otra ya está asentada ahí. Tres operaciones distintas, con personas distintas .
Se lo comenté al chofer y me dijo algo lapidario “eso debería ser siempre así, eso es eficiencia”. Es verdad, pero como una no está acostumbrada, se asombra cuando un servicio es realizado con calidad, rápida y amablemente, como casi siempre me sucede en “mi banco”.
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