Banco Central de Cuba
2021-05-24
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Imagen relacionada con la noticia :Educación financiera: necesidad de una estrategia

Por: Lic. Lourdes Aintzane Delgado Corrons

 

 

Existen diversas definiciones de inclusión financiera, basadas en las características que son sintomáticas del amplio acceso a los servicios financieros. El elemento común de estas definiciones es el acceso universal a una amplia gama de servicios financieros a un costo razonable (por ejemplo, Bhaskar, 2013). La inclusión financiera es clave para el financiamiento de la producción de las empresas y la compra de bienes de capital, al igual que para ayudar a los hogares a estabilizar el consumo (Mehrotra, 2015).

En el estudio y revisión de las diversas experiencias internacionales sobre educación financiera, se observa a menudo el uso de tres términos: alfabetización financiera, educación financiera y capacidad financiera, como términos que se superponen y que pueden causar confusión. Sin embargo, son diferentes piezas de un rompecabezas, partes de un todo, o pasos hacia un objetivo final, la inclusión financiera (ALIDE, 14).

La alfabetización financiera es el conjunto de conocimientos financieros. La educación financiera es el proceso de enseñanza y aprendizaje que permite transmitir y aprender dichos conocimientos. La capacidad financiera es la habilidad y oportunidad para utilizarlos. Entonces, la inclusión financiera es la creación o formación de personas naturales y jurídicas aptas para ser incluidas financieramente en los sistemas financieros formales.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que la educación financiera debe ser considerada como un aspecto complementario de los esfuerzos de regulación y supervisión del sistema financiero, al mismo tiempo que refiere su importancia como “una herramienta para promover el crecimiento económico, la confianza y estabilidad, en conjunto con la regulación de las instituciones financieras y la protección de los consumidores”.

No obstante, la educación financiera (EF) requiere de la participación de todos los agentes involucrados. Asimismo, las entidades financieras están llamadas a desempeñar un papel fundamental como educadores financieros. De hecho, se beneficiarán de tener clientes más preparados.

El aumento de la cultura financiera tiene beneficios significativos para todos los ciudadanos, usuarios actuales o potenciales de productos y servicios financieros, con independencia de la edad y del nivel de ingresos. La vida está llena de decisiones con trascendencia financiera (la formación de una familia, la adquisición de una vivienda, la compra de un automóvil, la jubilación), y es importante que todos los ciudadanos, ante esas decisiones, puedan ser conscientes de sus consecuencias financieras y aprendan a valorarlas (CNMV, 2013).

La evolución más reciente de nuestra sociedad, caracterizada por la progresiva complejidad de los mercados, de las relaciones financieras entre los individuos y las empresas, y de los propios productos y servicios financieros, está poniendo de manifiesto una creciente necesidad de prestar atención a la educación financiera de los ciudadanos, consumidores y demandantes (actuales o potenciales) de tales productos y servicios (CNMV, 2013).

Como expresó Michael Smyth, presidente de la Sección Especializada de Unión Económica y Monetaria y Cohesión Económica y Social (CESE), “la educación financiera es un instrumento estratégico que debe acompañar al proceso encaminado a regular mejor el sistema financiero. Un sistema financiero más sólido, seguro y transparente requiere el concurso de un consumidor responsable y comprometido en el desarrollo de sus capacidades financieras. Una parte importante de las decisiones en la vida de una persona está asociada a un comportamiento financiero. Este comportamiento afecta directamente a su entorno personal y familiar, desde la búsqueda de financiación para los estudios hasta planificar la renta de cara a la jubilación. La educación financiera favorecerá un consumo inteligente de productos financieros, basado en decisiones informadas y bien fundamentadas. El objetivo no debe ser solo transmitir conocimientos y habilidades (educación financiera), sino también lograr un juicio informado con el fin de lograr, en un contexto real, la toma de decisiones correctas en la gestión de la economía personal (capacitación financiera). Las entidades financieras también están llamadas a desempeñar un papel esencial, comprometiéndose con la sociedad a garantizar la honestidad y la transparencia en la prestación del servicio al cliente. Las iniciativas destinadas a impartir educación financiera beneficiarán al conjunto de la sociedad, puesto que capacitarán a las personas, ayudándolas a tomar, en el mundo real, las decisiones más acertadas en la gestión de sus finanzas personales. De esta manera, se podrá no solo reducir la exclusión financiera y el endeudamiento excesivo, sino aumentar el bienestar en general” (CESE, 2013).

 

 

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