Aintzane, fémina de carácter jovial y una facilidad de palabras increíble, comenzó a trabajar en el Banco Central de Cuba (BCC) desde su fundación, aunque su inicio en la vida laboral fue en el Banco Nacional de Cuba (BNC) en el año 1994.
Su incorporación se produjo en una época crucial para el sector, en la que se elaboró el plan emergente de automatización de todo el sistema bancario. Como recién graduada de sistemas automatizados de dirección en la especialidad de Informática, formó parte de los actores fundamentales en todo el proceso y se nutrió de muchos conocimientos, aportados por los directivos más experimentados que guiaron la colosal tarea.
Próxima ya a cumplir 28 años de trabajo en el BCC, siempre en el área de sistemas informáticos, recuerda que desde su incorporación como adiestrada, se dedicó específicamente al desarrollo de los sistemas contables y financieros como el SABIC. Su trabajo siempre estuvo enfocado en mejorar estas herramientas, para garantizar la automatización de los servicios de la banca.
Recientemente pasó a la Dirección General de Tecnologías, Sistemas y Desarrollo, trabajando en proyectos de los macroprogramas para la modernización tecnológica. Además, participó en la elaboración de las estrategias de desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, no solo del BCC sino también en las del sistema bancario.
Contribuyó con su saber a la Estrategia Nacional de Educación Financiera (ENEF), actividad que ha desarrollado durante años como investigadora y en la que ahora se desempeña como representante para su implementación, que aportará resultados importantes para la sociedad en general.
Comentó, que al graduarse en la especialidad del SAD en el 94, el BNC le ofreció grandes oportunidades de desarrollo profesional, muy buena capacitación y a la vez le permitió desarrollar un sentido de pertenencia muy alto, fomentado durante estos años de permanencia en el sector.
Su proyección en el futuro es seguir contribuyendo al desarrollo del BCC y de todo el país y ser cada día mejor profesional, para que funcionen mejor las cosas. Con nostalgia comentó que más que proyección para el futuro pensó en un sueño, pues quisiera que el BCC alcanzara quizás un lugar más reconocido a nivel de toda la sociedad para lo cual todos tenemos que trabajar arduamente. Comentó que la transversalidad que tiene la banca en el país debe ser con eficiencia y calidad para que tenga un impacto positivo y sea sobresaliente su visualización en la sociedad, “ese es mi gran sueño, que el banco tenga el papel que merece tener en la sociedad”, afirmó.
Con mucho cariño recordó algunas anécdotas, pues era tan joven cuando comenzó y las responsabilidades asumidas eran enormes, nos cuenta que la vestimenta provocó reacciones de preocupación en BNC, pues allí las personas tenían otra forma de vestirse, otra ética y los jóvenes llegaron en short y en tenis, por lo que tuvo que aprender y adaptarse.
Recuerda que entró a trabajar con 7 meses de embarazo, por supuesto pensó que iba a ser rechazada por esa condición y fue todo lo contrario. Cuenta que le hicieron muy buen recibimiento. Tras el periodo de maternidad, al incorporarse, la recibieron nuevamente con los brazos abiertos en la Dirección de Informática y le asignaron todas las tareas de automatización que estaban en pleno desarrollo. El director en aquel momento Jorge Barrera, bromeaba constantemente con su embarazo y decía que: “Aintzane había sido una inversión a futuro”.
Se logró algo impresionante, recuerda, que “…fue la automatización masiva de cada sucursal, en cada rincón del país y la conexión entre ellas a partir de un sistema de tránsito, en ello participaron muchas personas y dentro de ese grupo estuve yo, de lo que estoy muy orgullosa”, comentó.
Nos afirma que el BCC ha significado mucho para ella, le ofreció grandes oportunidades, de capacitación, desarrollo profesional y personal. Las enseñanzas que ha tenido en el sistema bancario, pero especialmente en nuestra institución han sido experiencias para toda la vida y que no olvidará nunca.
Recordó con ternura aquellos trabajos en la automatización a partir de 1997 con Soberón y Barrera, que se sentaban junto a ella y otros jóvenes que formaban parte del grupo para ver qué pensaban, cómo iban, si era posible automatizar todo el sistema, si era posible cambiarlo en un momento determinado, o sea, sentía que eran parte de todo eso, que su esfuerzo contaba, eso fue muy bonito y gratificante y se lo debe al BCC.
Confiesa, que tiene varios años de trabajo por delante todavía y piensa mantenerse en la institución, llevando adelante los proyectos en proceso y los nuevos que vendrán.