Efe 17/11
El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, advirtió este lunes de que las vulnerabilidades de estabilidad financiera en la Eurozona «siguen elevadas», en un contexto marcado por los «grandes cambios en la política económica de Estados Unidos durante la segunda Administración Trump», que han alterado el sistema de comercio global. Aunque reconoció que la incertidumbre «se ha reducido parcialmente en la segunda mitad del año», subrayó que se ha convertido «en un rasgo definitorio de nuestra época». De Guindos alertó del riesgo de fuertes ajustes en los precios de los activos, del alto endeudamiento en las economías avanzadas y de posibles choques sobre el sector privado, incluida la industria y la banca.
En su intervención, el número dos del BCE enmarcó estos riesgos en una economía europea muy expuesta a las tensiones comerciales y a los cambios de rumbo en la política económica de Estados Unidos. Según explicó, la combinación de incertidumbre geopolítica, tipos de interés elevados y un entorno global más fragmentado aumenta la probabilidad de episodios de estrés financiero que podrían poner a prueba la capacidad de resistencia de bancos, mercados y empresas de la Eurozona.
Riesgos globales
De Guindos señaló que la Eurozona, como economía abierta y profundamente integrada en las cadenas de valor internacionales, es especialmente sensible a las decisiones de política económica de los grandes bloques. Los «grandes cambios» impulsados bajo la segunda Administración Trump en materia fiscal, comercial e industrial han alterado, según dijo, el funcionamiento del sistema de comercio mundial y han añadido una capa adicional de incertidumbre a las perspectivas europeas.
El vicepresidente del BCE insistió en que esta incertidumbre ya no es un fenómeno transitorio, sino un marco permanente con el que los responsables económicos deben aprender a convivir. En este contexto, advirtió de que los cambios de expectativas de los inversores ante nuevas decisiones de Washington o de otras potencias pueden trasladarse de forma rápida y brusca a los mercados financieros europeos, generando tensiones de liquidez y volatilidad.
Mercados y precios de activos
Entre las vulnerabilidades identificadas, De Guindos destacó «la posibilidad de ajustes bruscos de los precios de los activos en los mercados financieros». Tras varios años de tipos muy bajos y abundante liquidez, parte de los activos financieros y reales podrían estar valorados bajo supuestos que ya no se corresponden con el nuevo entorno de tipos más altos e incertidumbre prolongada.
Un cambio repentino en el apetito por el riesgo, motivado por nuevas tensiones comerciales o por revisiones a la baja del crecimiento, podría desencadenar correcciones significativas en bolsas, bonos y otros instrumentos. Este tipo de movimiento, advirtió, tendría implicaciones directas sobre la financiación de empresas y Estados, así como sobre el patrimonio de los hogares europeos, con potenciales efectos de segunda ronda sobre la economía real.
Endeudamiento y sector privado
Otra de las vulnerabilidades señaladas por el vicepresidente del BCE es el elevado nivel de deuda en las economías avanzadas, tanto en el ámbito público como en el privado. En un entorno de tipos de interés más altos y crecimiento moderado, el servicio de esa deuda se vuelve más exigente, especialmente para los agentes con balances más débiles y menor acceso a financiación en condiciones favorables.
De Guindos advirtió de que choques sobre el sector privado, en particular sobre la industria manufacturera y el sector bancario, podrían amplificarse si coinciden con tensiones en los mercados financieros. Una caída de la demanda externa, un repunte de los costes de financiación o un deterioro de la confianza empresarial podrían traducirse en menores inversiones, recortes de empleo y un aumento de la morosidad, con impacto directo en la calidad de los activos de los bancos.
Resiliencia de la banca
Pese a este diagnóstico, el vicepresidente del BCE subrayó la importancia de mantener y reforzar la resiliencia de los bancos y del conjunto del sistema financiero europeo. Recordó que las entidades de la Eurozona afrontan este periodo de incertidumbre con niveles de capital y liquidez más sólidos que en anteriores episodios de tensión, gracias a la regulación y supervisión reforzadas tras la crisis financiera.
No obstante, De Guindos insistió en que «no hay margen para la complacencia». La banca debe seguir fortaleciendo sus colchones de capital, mejorar su gestión de riesgos y prepararse para escenarios de mayor volatilidad y posibles repuntes de la morosidad. Al mismo tiempo, defendió el papel de las herramientas macroprudenciales para garantizar que el sistema financiero pueda absorber shocks sin trasladarlos de forma desordenada a la economía real.
Unión de ahorro e inversión
Más allá del diagnóstico, De Guindos aprovechó su intervención para reclamar avances en la construcción de una auténtica “unión del ahorro y la inversión” en la Unión Europea. Entre las prioridades, citó la necesidad de profundizar los mercados de renta variable, movilizar el ahorro minorista e institucional y reforzar la supervisión integrada a escala europea, con el objetivo de canalizar mejor los recursos hacia proyectos productivos y estratégicos.
Según el vicepresidente del BCE, un sistema financiero europeo más diversificado, con mercados de capitales más profundos y armonizados, permitiría repartir mejor los riesgos entre países y sectores, reduciendo la dependencia de la financiación bancaria tradicional. Este avance, apuntó, sería clave para financiar la transición energética, la digitalización y el refuerzo de la autonomía estratégica europea.
Perspectiva y conclusiones
De Guindos resumió su mensaje en una idea central: la incertidumbre estructural y los cambios profundos en la política económica global, especialmente en Estados Unidos, seguirán poniendo a prueba la estabilidad financiera de la Eurozona en los próximos años. Ante este escenario, la prioridad de las autoridades debe ser preservar la capacidad de resistencia del sistema financiero, evitar acumulaciones excesivas de riesgo y reforzar los mecanismos de supervisión y coordinación a escala europea.
El diagnóstico del vicepresidente del BCE es claro: la combinación de vulnerabilidades —endeudamiento elevado, posibles correcciones de activos y exposición a choques externos— exige acelerar las reformas pendientes y avanzar hacia una verdadera unión del ahorro y la inversión en Europa. Sin ese refuerzo institucional y de mercado, la Eurozona corre el riesgo de afrontar los próximos episodios de tensión global con menos defensas de las necesarias y mayor exposición a los vaivenes de la segunda Administración Trump y de un entorno económico internacional cada vez más fragmentado.